‘Canción del primer deseo’: las heridas compartidas de las dos Españas

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Daniel de la Fuente – Cadena SER

Dice el protagonista de la obra de teatro de la que vamos a hablar que hay quienes tienen las manos hechas para el trabajo y los que las tienen hechas para la música. Las manos de nuestros invitados están hechas para el teatro. Julián Fuentes Reta es licenciado en Arte Dramático por la Universidad de Kent en Canterbury y Premio Max. Jorge Muriel se ha formado también dentro y fuera de España, es actor, director, guionista, traductor y multipremiado generador de proyectos. Los dos vienen a presentarnos ‘Canción del primer deseo‘, un texto del escritor australiano Andrew Bovell que ha traducido y versionado Jorge, que dirige Julián y cuyo título está extraído de un poema de Federico García Lorca.

Canción del primer deseo es un texto que se ancla en tres momentos de la historia de España: 1943, 1968 y el presente. Una historia de testimonios transgeneracionales, de nuestras historias y las de nuestros mayores. Un relato ficticio lleno de verdades que cierra una trilogía: Cuando deje de llover, premio Max al mejor espectáculo en 2015 y Las cosas que sé que son verdad, con nuestra querida Verónica Forqué. En uno de sus muchos viajes buscando inspiración y formación, Jorge descubrió Cuando deje de llover, «uno de los mejores textos contemporáneos que se han escrito, un clásico hoy», según el actor. Y ahí comenzó esta relación entre los tres (Jorge y Julián ya habían trabajado juntos en El proyecto Laramie y ‘Los iluminados‘).

‘Canción del primer deseo’ es un retrato de nuestra guerra, nuestra colonización, nuestro rapto, nuestra esperanza, nuestra raíz y nuestro futuro. En la rueda de prensa de presentación de la obra, Andrew llamaba la atención sobre el pacto de silencio en España para no hablar de determinados temas. Temas, el de la Guerra civil en particular, Julián, que no querías abordar. ¿Por qué?

Yo firmé por una obra sobre la Inquisición y unas movidas que hicimos en los talleres. En mi familia hay todavía mucho dolor por todo este tema. Me ha tocado por parte de mi madre, en Pamplona, y en los años 90 me ha tocado vivir mi adolescencia en pleno conflicto. No voy a decir civil, pero importante. Es algo que tengo en la piel, tengo mucho rechazo, me asustaba esa bola de dolor inmensa y por eso me dijo Andrew que él creía que yo era una buena persona para tratarlo con respeto. Tengo todavía muy en la piel del salir a la calle y ver pelotazos, cubos de basura incendiados, la policía cargando, la gente muy enfadada, muy triste, muy silenciada. Esto en la represión de la posguerra es lo que se vivió en el día a día, yo viví el último coletazo y gracias a Dios hay hoy una conciencia sobre la paz social. Decía Gandhi que tenemos dos problemas, el odio y el miedo. Pero realmente solo tenemos uno, el miedo. Me daba miedo y espero que el público haga el mismo viaje que yo. No hay que tener miedo, está todo bien. Lo que hay que hacer es hablar de ello.

En una de las casas y en la obra habitan las dos Españas. ¿Habéis tenido miedo a encontrar un equilibrio?

Jorge: Yo creo que sí. Es un privilegio contar esta historia con un extranjero, que nos mira desde fuera, pero el hecho de meter el dedo dentro de la llaga, de lo que somos, da mucho vértigo y mucho miedo. Es más fácil ponerte a hablar de una familia australiana, que va a Inglaterra, porque te separa. Pero aquí el hecho de que la investigación haya sido además colectiva, con historias personales que son autoficcionales, nos ha expuesto mucho directamente. Y cuando ocurre eso, nos tiembla todo, hasta el inconsciente. Salen cosas muy transgeneracionales, de nosotros como sociedad y creo que es un lujo tener a gente de fuera en el equipo que te sostienen esas dudas. Sigue habiendo mucha herida, por eso es también fundamental esta obra.

Precisamente decía Juan Mayorga en la presentación de temporada de La Abadía que tenía interés en ver qué nos cuenta un extranjero como Andrew, australiano, sobre nuestrea guerra. ¿Habéis tenido que negociar mucho con él?

Julián: Hemos negociado, sí, pero para mí lo más importante de la perspectiva de Andrew es la permanencia del colectivo. Al tener a una persona de fuera, sobre todo no nos hemos hecho palmas y oles. Cuando te juntas en un dolor común, por los ancestros que has tenido y las cosas que han pasado, a veces nos olvidamos de algunas cosas. Y tenemos a una persona de fuera que nos dice «oye, esto también pasó». Y tener a Andrew nos ha evitado que nos enrosquemos en nuestro dolor.

Jorge: yo creo que hay algo en el texto que trasciende lo político. Hay algo muy hermoso de Andrew y es que en el fondo de lo que está hablando es de las heridas de los seres humanos. De los seres humanos en cualquier lugar. Es cierto que aquí el contexto es España en estas tres épocas, con un contexto social y político determinado, con la guerra civil, pero de lo que verdaderamente está hablando es de las heridas de estos personajes y de cómo estas heridas se perpetúan en el tiempo. Él no quiere hablar de posicionamientos, aunque tiene un posicionamiento claro en ciertos temas, pero de lo que está hablando es de la reconciliación de las gentes. Y eso me emociona.